Una especulación sobre el tiempo y la existencia es la exhibición de Pablo Lehmann. Propone a los números con la densidad trágica y el humor como iluminación y actitud del espíritu. Los que sirven para contar sujetos que se apilan en la masa amorfa del decurso de las horas. Los que están en el lugar del nombre y se usan para llamarnos desde una pantalla, ahora que hemos perdido la humanidad. Los que nos interpelan, nos ofuscan, nos desean suerte y nos hacen perder la paciencia.
El tenso intercambio entre letras y números está en la escritura del título: E5P3R4S. Que se vuelve a encontrar en las obras: en la tipografía alterada, como palabra en lugar de cifra, en la serie de los 100 turnos impresos, como expendedora de rollo de números deforme.
Todo parece estar, en efecto, en una meditación sobre esa modalidad de tiempo tan peculiar como es el tiempo de la espera; porque se trata del tiempo de la duración y no del tiempo de la aceleración, que es el tiempo en el que ahora estamos incrustados, ese tiempo en el que los espacios se reducen y se estrechan.