21 de Septiembre al 30 de Octubre
Vestigios de un mundo con trabajo
Artistas: Juan Ranieri, Anahi Ojeda, Quinquela Martin, Jorge Lezama, Sofia Berakha.
Aldo de Sousa, Arroyo 858
Esta exhibición plantea un corrimiento de la tradicional forma de percibir el campo laboral. El trabajo como un lugar desterritorializado se torna espacio para la indagación artística de la que emerge la posibilidad de transfigurarse en una actividad generadora de sentido en sí misma como una recompensa intrínseca autotelica. Un camino indiferenciado por el que estamos condenados a atravesar, pero que se torna una aventura por momentos muy inspiradora.
Su contrariedad se establece al momento de pensarlo como una acción humana emancipatoria, al servicio de la transformación social o como una racionalidad instrumental que se agota. De este problema surgen los debates en torno a la valorización y desprecio. Más aún si se tiene en cuenta las derivas que han transcurrido en las formas laborales no mercantilizables, la disociación de trabajo y renta, los cambios en la tarea asalariada o en la organización social de la producción hasta las consecuencias de todas esas vicisitudes en la estructura social.En este espectro cabe la pregunta acerca de la profesionalización artística.
Existen dos posiciones contrarias. Por un lado quienes glorifican el trabajo como valor eminente y fuente de todo progreso humano y por el contrario, un concepto reducido, aquel que sólo considera posibles recompensas extrínsecas a su actividad. Estas retribuciones pueden adoptar formas muy distintas: dinero, supervivencia, reconocimiento social, salvación religiosa etc. Según esta perspectiva, el trabajo es una actividad puramente instrumental y que supone necesariamente el deber social o la disciplina coercitiva de la libertad y la autonomía del ser humano.
Bourdieu propone una aproximación al arte como campo, es decir, como sistema de relaciones sociales objetivas, definido por la posesión y producción de
una forma específica de capital. Cada campo es —en mayor o menor medida— autónomo, la posición dominante o dominada de los participantes en el interior del campo depende en algún grado de las reglas específicas del mismo. El conjunto estructurado de los campos, que incluye sus influencias reciprocas y las relaciones de dominación entre sí, define la estructura social. En este sentido, el trabajo sirve como un medio para acceder a la participación del mercado es visto objetivamente como un mecanismo para el establecimiento de lazos de interdependencia material, y subjetivamente como generador del sentido de colectividad.
La forma de vivir estos conflictos convergen en las obras de los artistas convocados.